martes, 19 de abril de 2011

Poesía magallánica

DE ESA NATURALEZA  QUE ES EL
PROPIO ORIGEN DEL MUNDO.

Estoy despierta en la noche.
Tenía diez y siete años
Cuando dejé mi ciudad austral.
Sólo nombres se fueron alejando:
 Río de los Ciervos, Leña Dura,
Agua Fresca. Allá a lo lejos:
Puerto del Hambre.
Viene a mí todo el espanto de esa época.
Dentro de las casas , por las calles,
los cadáveres yacían insepultos.
En la plaza , junto al árbol de la justicia,
Flameaban horizontales,
 los muertos en las horcas.





Mi alma se llena
 con el empuje de los pioneros
que trasformaron el más inhóspito lugar
del mundo en ciudades importantes.

Me indigno con Darwin por haber llamado
malditos a mis sagrados lugares.
Sostuvo que ningún ser humano
podría allí sobrevivir.

Soy yo Tomé Hernández,
el único sobreviviente del espanto.
Participo de esta ronda del empuje.
Empiezo a saber que formo parte
de esas gentes que domaron un clima hostil
el peor del mundo,
con tesón y con constancia .






Darwin las llamó tierras del infierno.
Pasaron los descubridores
atestiguando su desencanto
dándoles nombres de maldición
a esa accidentada geografía:
Bahía Inútil, Desolación,
Puerto del Hambre, Obstrucción,
Ultima Esperanza, Golfo de Penas.

                         II

Estamos navegando en los archipiélagos.
Es el camino de las soledades absolutas.
Es el abandono total , definitivo.
Vamos sumergidos en la lluvia.
Como saliendo de un naufragio
hirviendo de olas avanza nuestro barco.
Estamos balanceándonos
 como en un gran terremoto.



Estoy asustada y aterida.
Estoy sola, lejos de la tibieza de mi hogar.
                          

                           III

En esas noches eternas como la muerte,
algunos buscan la
 Ciudad Encantada  de los Césares.
No puedo regresar, pero si encontrar
El camino donde todo deba serme fácil,
donde la felicidad nace del corazón
y entiendo que para ello,
 necesito amar a todos mis hermanos
a todos los seres de la tierra.


                            IV

Necesito defender el amor,
custodiarlo, protegerlo,
como una labor diaria de hora en hora.


Es el amor , la naturaleza,
 son  mis raíces las que llaman.
Aquí estoy percibiendo
el  olor a lluvia de Puerto Edén,
gasa, tul, cortina vaporosa de agua,
esa nieve antártica magallánica,
esas flores de papel, recortadas
 en los vidrios: la escarcha de Porvenir,
Natales, Punta Arenas.


MARINA LATORRE URIBE.

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